NEIBA PROVINCIA BAHORUCO, REPUBLICA DOMINICANA.
20 DE JULIO 2015.
POR JOSE ANTONIO MATOS PEÑA.
El brillante siquiatra José Dunker lo acaba de anunciar, se está pensando en serio sobre la explotación de oro de San Juan. Recientemente el arquitecto Leopoldo espaillat Nanita habló del fuerte ingrediente existente en nuestra frontera con Haití, terrenos, allá y aquí, con presuntos altos contenidos de oro, y gran interés extranjero en enmarañar nuestra situación internacional para hacer lo del pescador, “pescar en río revuelto”.
De igual o parecida manera se ve el tratamiento dado a la alta crecida del lago Enriquillo, que siendo el Yaque del Sur, río San Juan y sus afluentes los potenciadores de este desastre ecológico y humano, permitieron que se desborden sus aguas, cual devastaciones de Osorio, llegándose al traslado de un poblado, cuyas inundaciones urbanas respondían a causas diferentes a la que les cercenó sus finquitas, pareciera y la gente lo está viendo así ya, que se oculta otro hallazgo, que no es oro solamente.
Cierto o no lo de la extracción del oro de “las tres Palmas” y ahora se publica la resolución de Minería número 0006 de concesión de explotación de oro a 250 metros por encima del nivel del vaso de la presa de Sabana Yegua, la terrible realidad nuestra, es que de contratar la explotación de esos oros, que quedan en un altiplano superior al de valle de Neiba, proveedor por demás de las aguas de vida nuestras, y la región que comprende parte mayoritaria de la región Enriquillo, donde se encuentra la mayor profundidad de la isla y de las Antillas menores, donde se encuentra el acuífero natural de mayor importancia del país.
Cierto es que la contaminación que dimanará a su gente, en salud mental y física obligaría a la triste conclusión de que como dice el pueblo “Sería más cara la sal que el chivo
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