NEIBA PROVINCIA BAHORUCO, REPUBLICA DOMINICANA.
POR JOSE ANTONIO MATOS PEÑA.
En el día de ayer vimos en un importante diario digital la información que involucra al Consorcio Azucarero Central (CAC), antiguo Ingenio Barahona, al Instituto Agrario Dominicano (IAD) y los parceleros del proyecto AC-528 en el Aguacatico, municipio de Tamayo, en la que los últimos dan en calidad de arrendamiento unas cinco mil hectáreas ( que en conversación con el periodista Faustino Reyes, que estuvo en el acto confirmamos que son un poco más de 6 mil tareas), además de que los palceleros ascienden a unos 360 y el plazo de arrendamiento 15 años.
El monto económico que involucra este arrendamiento lo vamos a obviar por considerarlo irrelevante en comparación con el patrimonio productivo, reproductivo y representativo para la sociedad en su conjunto, en una zona que clama de voz en cuello por la construcción de la presa de Monte Grande para irrigarle a los productores, habidos de empleos y empresa agrícola generadora de sus verdaderos intereses.
La razón social que constituye el referido consorcio tendrá toda la razón de buscar a trocha y mocha el terreno para aumentar el monto productivo, como lo dijeron de 700 toneladas a 800 de azúcar por año, sin remotamente exhibir el brazo social que está obligado pero no aplica el estado dominicano, sin ningún otro compromiso de un contrato concertado con el doctor Leonel Fernández en el 1999 de proporciones del orden 98% a 2%, sin más o muy poco más, la misma ley del embudo aplicada en el convenio Barrick Gold-Estado Dominicano.
La disponibilidad del agua es otra embromienda (si vale este término Neibero, porque onomatopellicamente coincide con el resultado), ya que lo que está aconteciendo aguas abajo del canal Guaraguao, procedente del Arrollo Drene no tiene nombre, las comunidades agropecuarias de Ojeda, el Salado, Galván abajo, Tamarindo, Cerro al Medio, la Isleta, Guasumilla, los Grajos, Fuentecita, El Memiso, El Asiento, el estero, Jaragua abajo, Neiba, Japón, Mella, la Colonia, Duvergé y otras localidades más es espantoso, no le llega la cantidad de agua que le corresponde y además lo afecta la paralización de la construcción del lateral Cristóbal que desviado por la construcción hace más difícil la vida del productor.
Lejos de reír por el anunciado contrato, lo que nos inspira es el deseo de llorar por lo que representa el incremento del déficit de terrenos en producción o su proyección. Por otro lado nos alienta el anuncio de la construcción de dos ingenios más en el este del país con ribetes Estatales, para la producción de Panal, es decir Rapadura, si se hacen, así se estaría haciendo patria, y que no vuelva el León y sus contratos Leoninos.
La razón social que constituye el referido consorcio tendrá toda la razón de buscar a trocha y mocha el terreno para aumentar el monto productivo, como lo dijeron de 700 toneladas a 800 de azúcar por año, sin remotamente exhibir el brazo social que está obligado pero no aplica el estado dominicano, sin ningún otro compromiso de un contrato concertado con el doctor Leonel Fernández en el 1999 de proporciones del orden 98% a 2%, sin más o muy poco más, la misma ley del embudo aplicada en el convenio Barrick Gold-Estado Dominicano.
La disponibilidad del agua es otra embromienda (si vale este término Neibero, porque onomatopellicamente coincide con el resultado), ya que lo que está aconteciendo aguas abajo del canal Guaraguao, procedente del Arrollo Drene no tiene nombre, las comunidades agropecuarias de Ojeda, el Salado, Galván abajo, Tamarindo, Cerro al Medio, la Isleta, Guasumilla, los Grajos, Fuentecita, El Memiso, El Asiento, el estero, Jaragua abajo, Neiba, Japón, Mella, la Colonia, Duvergé y otras localidades más es espantoso, no le llega la cantidad de agua que le corresponde y además lo afecta la paralización de la construcción del lateral Cristóbal que desviado por la construcción hace más difícil la vida del productor.
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